La historia del pasado y la historia futura: la historia de la Grandeza en mi vida.

Hago un rápido recorrido por mi historia pasada, mis primeros años marcados por la muerte de mi padre, la única figura masculina en mi vida que se fue demasiado pronto. Una etapa triste y difícil, marcada por la orfandad, el esfuerzo, el estudio, la disciplina y una niñez que tuve que superar muy rápido para preparar con mucho esfuerzo, mi acceso a la Carrera Militar. Luego vendrían años mucho más bonitos, en los que creé una familia y progresé como persona y ciudadano. Años que pasaron rápido pero que están llenos de gratitud hacia todas las personas que me apoyaron y me dieron todo el cariño que necesité. Y así de rápido se pasó mi vida…

Comienzo una nueva historia cuando acabo de cumplir noventa años y ya no puedo caminar, ni casi valerme por mí mismo para la mayoría de mis necesidades físicas. Y puede sonar extraño, pero quiero que ésta sea la parte más alegre de esta historia que hoy escribo, porque si bien parece más fácil vivir en la Grandeza cuando estás lleno de fuerza, de energía, de salud y de proyectos… hoy mi vida es la que es y ya no puedo cambiarla. Lo que sí puedo es decidir cómo vivirla. Decido vivir esta etapa en la alegría de la Grandeza. Sé que hoy ya no puedo hacer muchas cosas por los demás, ni por mí mismo. Pero aún puedo sentir, oler, oír algo y gustar… y puedo pensar, razonar y amar, agradecer, recordar y alegrar la vida a quienes me rodean y quieren. En esta etapa de mi vida llena de limitaciones me doy cuenta de que aún puedo elegir y elijo vivir desde la Grandeza y eso significa dejar una huella de vida en cada uno de los que forman parte de la mía. Quiero que mi recuerdo en sus corazones sea alegre y festivo, rechazo convertirme en un viejo osco y amargado lleno de quejidos y lamentos. Y sé que eso todavía depende mí. Eso no me lo puede quitar nadie. Elijo y quiero vivir la Grandeza de alegrar a los demás, de no creerme en la obligación de dar consejos a todos por razón de mi vejez o experiencia. Elijo ser prudente, aprender a escuchar, a sonreír y a reír, a tener un semblante amable, a expresar mi cariño hacia los que con tanto afecto y paciencia me cuidan. Elijo en estos momentos dar luz y no sombras. Quiero que los que viven en mi entorno se sientan contentos a mi lado, que abandonen toda suerte de tristezas y se alegren de que podamos seguir disfrutando todos de la presencia de cada uno y que me sigan queriendo como hasta ahora. Y quiero vivir esta etapa con la gratitud de quien se sabe amado por un Dios, que ha querido regalarme la suficiente lucidez para abrir los ojos y el corazón y poder valorar lo mucho que aún tengo y sobre todo, a todas las personas que cada día me ayudan a vivir y a hacerlo en la Grandeza.

Madrid, 3 de febrero de 2024.